La hacienda es el lugar donde trabajo actualmente. Desarrollo software para un tipo que solo piensa en trabajar los 7 días a la semana. Siempre está diciendo que necesita vacaciones pero a penas tiene oportunidad de descansar, utiliza ese tiempo para poder trabajar más. Como persona es torpe (o insensible). Siempre lo he sabido pero lo confirmé cuando la esposa de uno de sus amigos tuvo un accidente de tránsito. Lo primero que el preguntó fue sobre como había quedado el auto y comento que ojalá no le salga muy caro el arreglo. La señora casi murió, pero que importa, lo importante era el auto.
Para trabajar en la hacienda debo viajar aproximadamente entre hora y media a 2 horas horas de lunes a viernes (para ir y para volver), un viaje aburrido y que me amarga bastante (no es bueno que tenga tanto tiempo para pensar). El paisaje es lindo, bastante vegetación, mucha naturaleza. Aunque de vez en cuando hay cosas que me llaman la atención, no precisamente por su belleza. Por ejemplo; las animitas de carretera. Aun recuerdo cuando iba en bus y vi una que estaba llena de globos, seguramente el cumpleaños de quien sea que haya muerto ahí. También me llaman la atención los animales muertos en la carretera, otro motivo para sentir cariño por la humanidad.
Diario de un flojo
Solo el mas fuerte sobrevive, no el mejor.
martes, 9 de agosto de 2011
jueves, 2 de junio de 2011
Criatura
Las úlceras en mi estomago me consumen desde el interior.
El tiempo las hace más fuertes, y a mi me hacen más débil.
Putrefacción constante a través de los dias.
El angel ya no esta aquí, nunca estuvo, ni estará.
Los ojos se derriten por el frío de la ceguera.
La espalda quebradiza se retuerce de dolor.
El hambre no me deja pensar, tampoco tengo ganas de comer.
Las ganas de vomitar no se van, pero estoy vacío por dentro.
¿Me oyes hablar? Yo no siento mis oidos.
El tiempo las hace más fuertes, y a mi me hacen más débil.
Putrefacción constante a través de los dias.
El angel ya no esta aquí, nunca estuvo, ni estará.
Los ojos se derriten por el frío de la ceguera.
La espalda quebradiza se retuerce de dolor.
El hambre no me deja pensar, tampoco tengo ganas de comer.
Las ganas de vomitar no se van, pero estoy vacío por dentro.
¿Me oyes hablar? Yo no siento mis oidos.
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